Sobre las orquideas
1- La familia de las orquídeas
2- Cultivo y utilidades de las orquídeas
3- Un poco de historia
4- Patrones de crecimiento
5- Orquídeas ibéricas
1- La familia de las Orquídeas
Casi todo el mundo ha oído hablar de las orquídeas. La mayoría lo asociaran a algún tipo de planta exótica, de gran belleza y de difícil cuidado, al menos en un ambiente domestico.
Más allá de las etiquetas populares, las orquídeas son una de las familias de plantas más extensa en el reino vegetal. Existen más de 30.000 especies conocidas y alrededor de unos 60.000 de híbridos producidos por los horticultores. Estas cifras van aumentando cada año al descubrirse nuevas variedades.
La mayoría de ellas viven en selvas tropicales de clima lluvioso y cálido en alturas que oscilan entre los 800 y 2.000 metros o más. No obstante, podemos encontrar alguna variedad en cualquier rincón del mundo, desde las planicies o llanuras hasta las cotas de alta montaña. Se extienden por toda la zona de Sudamérica, África, Australia, norte de Nueva Zelanda e incluso hay variedades en el Círculo Ártico. En Europa también suelen encontrarse variedades autóctonas si bien sus flores no llegan a alcanzar la belleza y sofisticación de sus parientes tropicales.
En España también disponemos de nuestras propias especies.
Esquema de los principales géneros de orquídeas:
Tradicionalmente, las orquídeas se han subdividido en tres grandes grupos en función de sus raíces.
Las de tipo terrestre echan sus raíces en la misma tierra.
Las denominadas epifitas constituyen el grupo más numeroso. Se caracterizan porque las raíces suelen desarrollarse en las ramas de los árboles u otras plantas que les sirven de soporte físico. Hay que señalar que no se trata de un crecimiento parásito sobre el árbol, sino que la orquídea lo aprovecha sólo para obtener un punto de apoyo en medio de su hábitat y alcanzar unas mejores condiciones de luz y aireación. El alimento lo toma del agua de lluvia directamente y la que se desliza por las ramas arrastrando diferentes sustancias nutritivas.
Finalmente las litófitas constituidas por todas aquellas variedades que utilizan las rocas para crecer y desarrollarse.
2- Cultivo y utilidades de las orquídeas
Las orquídeas se cultivan principalmente por la belleza y el atractivo de sus flores. No obstante, una orquídea (la Vanilla planifolia) es especialmente valiosa por obtenerse de ella la conocida Vainilla responsable del peculiar sabor de muchos de nuestros helados y recetas de pasteles de todo el mundo.
También hay plantas de esta peculiar familia que han sido tradicionalmente utilizadas por diferentes pueblos con fines medicinales y aliviar dolencias de diferentes tipos.
En Turquía es tradicional utilizar la fécula de los tubérculos de la especie satirión orchis y ophrys holosericea para la confección de una bebida denominada “salep”. El salep tiene propiedades preventivas y curativas contra el catarro, la diarrea, mejora el apetito, incrementa nuestra energía vital y se le atribuyen propiedades afrodisíacas, entre otras.
Finalmente señalar su utilización también en cosmética. Su uso se ha extendido durante muchos siglos en Asia y recientemente se ha dado conocer en el resto del mundo.
Se utiliza el extracto de las flores de Orquídea Azul (Orchis Mascula) y Cymbidium Grandiflorum. Son apropiadas para todos los tipos de piel. Ambas tienen propiedades humectantes, protectoras y reparadoras, eficacia contra los radicales libres, incrementan la inmunidad de la piel, reducen la aparición de arrugas y son ricas en minerales como el calcio, hierro, zinc, magnesio y cobre.
3- Un poco de historia
La mística ha rodeado a las orquídeas como puede verse en numerosos grabados antiguos, sobre todo de China y Japón.
Los japoneses admiran las orquídeas y conocen las técnicas de su cultivo desde el siglo VIII. Los chinos, por su parte, fueron los primeros que dejaron constancia de su existencia tanto gráficamente como por escrito. Concretamente el registro más antiguo del que se tiene constancia corresponde a una Cymbidium.
La afición al cultivo de orquídeas de la época moderna probablemente comenzó a principios del siglo XVIII con las expediciones que para su recolección financiaban potentados aficionados europeos. La delicada constitución de la mayoría de las orquídeas y las duras condiciones de la travesía marítima que se prolongaba durante semanas e incluso meses, supuso que sólo una pequeña cantidad de ellas pudieran llegar con vida al viejo continente. De esta forma su valor se incrementaba considerablemente.
El apogeo del cultivo de orquídeas no se dio hasta 1.891, año en el que se descubrió un gran número de Cattleya labiata, que junto a una supervivencia media superior debido a un tráfico más rápido, hicieron posible que llegaran más ejemplares en buenas condiciones.
Hoy en día, las diferentes especies que conforman esta amplia familia, y gracias a una extensa investigación acerca de su cultivo y reproducción, son producidas en grandes cantidades en viveros especializados y cualquiera puede tener acceso a ellas a un precio asequible.
Los "perros orquídea"
Sabía que en Perú hay unos perros que no tienen pelo y están relacionados con las orquídeas. Siga este enlace para conocer más detalles.
4- Patrones de crecimiento
La mayoría de orquídeas siguen uno de los dos patrones de crecimiento habituales en estas plantas: el simpodial o el monopodial.
El crecimiento simpodial (Cymbidium, Miltonia) es el más común. La planta se desarrolla a partir de varios tallos o pseudobulbos. Cada año, desde la base del tallo del año precedente, se origina un tallo nuevo llamado guía. Generalmente sólo el pseudobulbo más joven produce las varas florales.
Por su parte, las plantas que utilizan el crecimiento monopodial (Paphiopedilum, Phalaenopsis) se caracterizan por tener un único tallo principal que no origina otros nuevos desde la base, pero que va añadiendo hojas nuevas hacia arriba. Los tallos florales y las raíces aéreas brotan de entre las hojas.
Crecimiento simpodial:
Crecimiento monopodial:
5- Orquídeas ibéricas
En España también disponemos de diferentes especies de orquídeas silvestres (alrededor de 80). No obstante, suelen pasar desapercibidas para la gente no especializada. El motivo fundamental reside en el hecho de que nuestras orquídeas, a pesar de pertenecer a esta especie, no presentan el nivel de sofisticación, belleza y tamaño con que lo hacen sus parientes tropicales. La mayoría de gente asocia las orquídeas a las plantas que nos venden en los diferentes centros de jardinería y desconocen que en nuestro país disponemos de nuestras propias especies.
De momento las orquídeas autóctonas no se comercializan y sólo podemos encontrarlas en su hábitat natural.
Para quien quiera profundizar un poco más en el conocimiento de las orquídeas autóctonas les remitimos al trabajo que se está efectuando por un equipo de investigación madrileño que analiza aspectos sobre su nomenclatura, morfología y otros parámetros, así como las posibles amenazas a las que están sometidas.
Como afirma el botánico de la Universidad Autónoma de Madrid Roberto Gamarra, “las orquídeas son termómetros de la conservación ambiental, nos hablan del estado de salud de un ecosistema. Si conservamos las orquídeas estaremos contribuyendo a conservar la naturaleza en su conjunto”.
Adjuntamos enlace a la web de Orquídeas ibéricas.
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